Dígaselo sin mediar palabra
El desplante de los estudiantes al ministro Wert muestra una vez más la gran repercusión de los que rompen un protocolo
José Ignacio Wert, ministro de Cultura, resopla, gesticula y masculla nervioso. Varios premiados Fin de Carrera le han negado el estrechón de manos y él ya no sabe qué hacer con las suyas. Así hasta doce jóvenes talentos, algunos ataviados con camisetas verdes en defensa de la enseñanza pública.
Una vez más, la denuncia pasiva, al mejor estilo de la no colaboración de Gandhi, logra más repercusión que una barricada a las puertas del Auditorio Nacional de Madrid, donde el ministro sufrió el martes la afrenta.
El protocolo, ese aceite de las relaciones humanas que ya tenía sus primeras normas en el código de Hammurabi hace 3.500 años, cuestionado por los intereses del momento. Los expertos saben que la culpa no es de las reglas, sino de los que las observan. «El protocolo nunca crea problemas, lo que crea problemas en el protocolo son las relaciones de poder», suele resumir José Luis Delgado, director de cursos universitarios en la materia.
La de Wert solo es una más de las muchas 'faltadas' que se reparten a lo largo y ancho de los tiempos. Sería mejor dejar de lado la escasa educación en el mundo del deporte. Si las normas de urbanidad «son pautas de actuación que nos diferencian de los animales», como recuerda el experto y bloguero de los ceremoniales, Juan de Dios Orozco, la competición debe ser la que sí nos acerca.
La de Wert solo es una más de las muchas 'faltadas' que se reparten a lo largo y ancho de los tiempos. Sería mejor dejar de lado la escasa educación en el mundo del deporte. Si las normas de urbanidad «son pautas de actuación que nos diferencian de los animales», como recuerda el experto y bloguero de los ceremoniales, Juan de Dios Orozco, la competición debe ser la que sí nos acerca.
Por eso es la más prolífica. Marcelo Bielsa (y detrás de él los jugadores del Athletic) negando el saludo al presidente del Atlético, Enrique Cerezo, tras ser 'barridos' en la final de la Europa League 2012. En el ajedrez, siempre tan aséptico, este indecoro llega a tener consecuencias inapelables. Que le pregunten al búlgaro Ivan Cheparinov, expulsado del torneo de Wijk aan Zee (Holanda) por rechazar la mano al inglés Nigel Short.
Pero son los políticos los campeones de crear conflictos donde no los hay. Angela Merkel pasó delante de Raúl Castro el pasado enero como si el premier cubano fuera invisible.
Pero son los políticos los campeones de crear conflictos donde no los hay. Angela Merkel pasó delante de Raúl Castro el pasado enero como si el premier cubano fuera invisible.
El embelesamiento mundial por la figura de Barack Obama no ocultó sus evidentes lagunas y las de su mujer Michelle. El presidente estuvo a punto de provocar un conflicto interno cuando dobló tanto la testuz ante el rey de Arabia que parecía una claudicación. No aprendió y repitió genuflexión ante el emperador del Japón, lo que removió la conciencia histórica nacional. Y, no contento, levantó su copa antes de tiempo ante la Reina de Inglaterra, la misma a la que Michelle le pasó campechanamente la mano por el hombro (a Isabel II no la toca nadie, según la rígida norma victoriana).
Para rematar, seguro que tuvo que dar explicaciones a la propia primera dama tras dejar perplejo a su colega francés, Nicolas Sarkozy, mientras miraba con descaro el trasero de una mujer que se coló en la foto de familia de una reunión del G-7.
Ana de Palacio y Jatamí
Nadie como el Vaticano para el ceremonial... y para tropezar con lo 'intangible'. Los vaticanistas todavía discuten si hubo desplante a Benedicto XVI en su última visita a Berlín en 2011. Diez de 17 manos arzobispales rechazaron la suya. Su portavoz oficial, monseñor Lombardi, argumentó que, entre conocidos, el saludo era superfluo. Su explicación todavía lo parece.
Las familias reales también acumulan anecdotario, como aquel desconocido funcionario del Congo que 'desenfundó' su mano en una recepción tan rápido como la retiró, dejando a la Princesa Letizia estupefacta. El hombre pidió disculpas al día siguiente y lo atribuyó a los nervios.
Las relaciones Oriente-Occidente siempre han sido complejas y el protocolo ofrece fotos de esos abismos culturales. Obama, otra vez, provocó en la Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi el miedo que no lograron los militares birmanos. La estrechó y
besó con una efusividad jamás permitida en una cultura de ojos rasgados. Ella no sabía dónde esconderse. Visto desde este lado, Ana de Palacio fue más comprensiva con el rechazo del presidente iraní Jatamí en sus tiempos de ministra de Exteriores con Aznar. Conocedora de la negativa islámica a tocar a una mujer en público, aceptó su gesto de la mano en el pecho. «El saludo es un encuentro entre personas y, al final, entre dos culturas, con lo cual hay que llegar al entendimiento», dijo. Otra vez,
Ana de Palacio y Jatamí
Nadie como el Vaticano para el ceremonial... y para tropezar con lo 'intangible'. Los vaticanistas todavía discuten si hubo desplante a Benedicto XVI en su última visita a Berlín en 2011. Diez de 17 manos arzobispales rechazaron la suya. Su portavoz oficial, monseñor Lombardi, argumentó que, entre conocidos, el saludo era superfluo. Su explicación todavía lo parece.
Las familias reales también acumulan anecdotario, como aquel desconocido funcionario del Congo que 'desenfundó' su mano en una recepción tan rápido como la retiró, dejando a la Princesa Letizia estupefacta. El hombre pidió disculpas al día siguiente y lo atribuyó a los nervios.
Las relaciones Oriente-Occidente siempre han sido complejas y el protocolo ofrece fotos de esos abismos culturales. Obama, otra vez, provocó en la Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi el miedo que no lograron los militares birmanos. La estrechó y
besó con una efusividad jamás permitida en una cultura de ojos rasgados. Ella no sabía dónde esconderse. Visto desde este lado, Ana de Palacio fue más comprensiva con el rechazo del presidente iraní Jatamí en sus tiempos de ministra de Exteriores con Aznar. Conocedora de la negativa islámica a tocar a una mujer en público, aceptó su gesto de la mano en el pecho. «El saludo es un encuentro entre personas y, al final, entre dos culturas, con lo cual hay que llegar al entendimiento», dijo. Otra vez,
el protocolo alejándonos de lo animal. El heredero de Japón, príncipe Naruhito, llega el lunes de visita oficial a Madrid. Seguro que estos días hay máster de urgencia en saludos en la cancillería española.
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