Estás ante un momento crucial y tu melena se empeña en jugarte una mala pasada. Te enseñamos a domarla hasta en las peores situaciones de desobediencia capilar
Todos nos hemos levantado alguna vez con el pie izquierdo. ¿Y con un día de pelo torcido? Sí, uno de esos en los que, hagas lo que hagas, tienes la batalla perdida con el cepillo. Los anglosajones le han dado un nombre: “bad hair day” (mal día de pelo). Y, aunque parezca trivial, salir de casa a disgusto con tu cabello causa pérdida de autoestima. Lo demuestra un estudio de Nioxin donde se asegura que, para el 95% de las mujeres y el 81% de los hombres, el cabello influye muchísimo en el estado de ánimo y es un factor determinante para la confianza en uno mismo. Hasta tal punto que el 50% de los hombres señalaron que habían llegado a anular una cita porque no se sentían a gusto con su pelo.
Las razones por las que, en un momento concreto, se empeña en no obedecer tus indicaciones de peinado parecen inescrutables. “Tu cabello está vivo –explica Rebeca Lombardo, maquilladora y peluquera oficial de L’Oréal Paris– y eso hace que muchas veces funcione de forma independiente”. Los científicos apuntan a causas hormonales, climatológicas, físicas e incluso a algo tan básico como la falta de hidratación. Los lavados constantes arrastran la grasa natural del pelo, los tintes y el calor lo resecan. El resultado de estas agresiones es siempre el mismo: el cabello se vuelve más difícil de manejar. Para contrarrestar estas situaciones, los aceites hacen maravillas. Hay que aplicarlos de medios a puntas y dejarlos que actúen media hora. O dejártelo por la noche y lavarte el cabello por la mañana.
Las condiciones atmosféricas también pueden convertir tu día en una pesadilla capilar. “El cabello es muy sensible a los cambios climáticos por su capacidad para absorber la humedad del ambiente”, explica María Castán, experta científica global de Wella. Por su parte, Frauke Neuser, de Nioxin, afirma que la hidratación del pelo está en constante equilibrio con los niveles de humedad del aire: “Con un ambiente húmedo, absorbe mucha humedad y se encrespa, mientras que, si es seco, pierde hidratación y se llena de electricidad estática”.
Cuando lo que tienes es sensación de pelo sucio, puedes echarle la culpa a tus hormonas. El ciclo menstrual produce un incremento de la progesterona, que se traduce en una mayor producción de grasa en el cuero cabelludo. Sucede unos seis días antes de que comience el periodo. Para contrarrestar, está bien pasarse, aunque solo unos días, a un champú purificante. Pero las hormonas no son siempre sinónimo de desastre. Una editora de belleza europea les planteaba hace poco a los científicos de un congreso de dermatología por qué no inventaban algo para replicar la fórmula mágica de hormonas que permite lucir melenón durante el embarazo. Mientras encuentran cómo hacerlo, analizamos los momentos “y yo con estos pelos” más habituales y les hemos pedido a los expertos que nos expliquen cómo superarlos.
Seis crisis de pelo
1. Melena desobediente.
Ni coge la onda que le está intentando producir el rizador o la plancha, ni le sigue la corriente al cepillo con el que quieres darle forma hacia dentro. Y si tratas de abrir la raya hacia un lado, se resiste y cae “impepinablemente” hacia el otro. Tu cabello te lleva la contraria. La deshidratación puede ser una de las causas, porque pierde flexibilidad. Otra puede ser que tengas remolinos naturales, pequeñas zonas de cabello que nacen a contradirección y que, cuando el pelo está bien nutrido, son más fáciles de manejar, pero que se enrocan cuando le faltan vitaminas. A medio plazo, un complemento alimenticio con cistina, vitaminas del grupo B, biotina, cobre y zinc, como Oenobiol Fortificante Pelo y Uñas, te puede venir muy bien. Pero si necesitas solucionarlo inmediatamente Miguel Gil, director del salón X Peluqueros Madrid (www.xpeluqueros.com), apunta que hay que “proporcionar peso con el propio cabello. Alisa las raíces con un cepillo pequeño, en el sentido contrario al del remolino, y aplica una espuma, como Zero Gravity de Sebastian, antes del secado, y un fijador después”.
2. Flequillo, trampa mortal.
Vuestra relación era maravillosa mientras tu flequillo tenía la longitud perfecta. Pero el cabello tiene la mala costumbre de crecer y llega un punto en el que está demasiado corto para retirarlo y muy largo para llevarlo por encima de los ojos. Miguel Gil, de X Peluqueros, propone colocarlo hacia un lado. “Direcciona el aire del secador de atrás hacia delante y, ayudándote con los dedos, lleva el cabello hacia donde quieres colocarlo. Si usas un cepillo, nunca ahueques la raíz”. Rebeca Lombardo, peluquera oficial de L’Oréal Paris, recomienda humedecer la zona rebelde, “así la raíz modifica su forma y se maneja mejor. Luego se aplica Heat Spray de Elnett para cabello liso y se seca en sentido ascendente a máxima potencia. Se acaba con un toque de fijación para que no vuelva a rebelarse”.
3. Volumen, ¿dónde te has metido?
Por mucho que hagas para darle empaque a tu melena, a los dos minutos, vuelve a un estado de apatía absoluta. A tu pelo le falta vida y necesita urgentemente una transfusión de energía o una reanimación. Miguel Gil considera necesario lavar el pelo con un champú suave, para que elimine bien el exceso de grasa y partículas que le dan peso. “Es mejor hacerlo con agua tibia”, añade. Tanto Gil como Lombardo coinciden en la misma técnica para sacarle el mayor volumen a tu melena: pulveriza en las raíces un producto de volumen y sécalo boca abajo con el aire del secador. ¿Sigue resistiéndose? “Añade un sutil cardado en la raíz”, apunta Rebeca Lombardo.
4. ¡Hay un halo en mi cabeza!
Y no de santa, precisamente. Es más bien como una nube de pelitos que adornan la melena lisa que te ha costado más de media hora conseguir a base de cepillo, planchas y destreza de años. La culpa la tiene la electricidad estática, un fenónemo físico que en realidad recorre todo tu cuerpo y al que el cabello es especialmente sensible. Esta se produce por cosas tan nimias como el roce de la ropa que llevas y, en ocasiones, produce calambrazos leves cuando tocas algo de metal. En general, a descargar de iones al cabello se dedican los acondicionadores que te aplicas después del champú. Pero si ya has dado ese paso y el halo continúa, prueba a aplicar en seco un sérum antifrizz. Distribuyes unas gotas en tus manos, las frotas y luego lo aplicas con los dedos por todos los mechones.
5. Pelo frito, encrespamiento agudo y otros disgustos del cabello ondulado
Si tienes el cabello ondulado o rizado, a no ser que estés en la playa (donde la sal y el yodo le proporcionan un extra natural de textura), lo más seguro es que te veas obligada a aplicarle espuma, gel, sérum, cera o cualquier otro producto de “styling” para definir tus rizos. Y lo normal es que funcionen bien. Pero, de repente, un día no lo hacen. Tienes la opción de renunciar a todo y salir a la calle con ese pelo entre afro y nido de cigüeña. O puedes optar por empezar de nuevo, mojarte otra vez la cabeza y aplicar una mascarilla nutritiva antes de iniciar el proceso de “styling” otra vez. “Es imprescindible humedecer para deshacer la forma”, explica Rebeca Lombardo.
6. Adiós al technicolor
Ya han pasado tres semanas desde tu último tinte en el salón de peluquería y el color ha perdido fuerza. Si quieres soluciones duraderas, puedes poner un filtro en la ducha que elimine el cloro y otros minerales, porque son los principales culpables de la erosión y desgaste del color. También te convendría leer las etiquetas de tus productos y evitar como si fueran la peste los que contienen alcohol, tu gran enemigo si llevas el pelo teñido. Y luchar contra los efectos debilitadores de los rayos UVA con un protector para el cabello con SPF. Además, puedes probar Phyto-gloss de Phyto Paris, un reavivador con una fórmula natural que funciona como un baño de color instantáneo. Requiere usar guantes, pero se aplica como un champú. Espera cinco minutos a que haga efecto y aclara con abundante agua. El efecto dura hasta cinco lavados.
Prometo no hacerlo nunca más
¿No quieres que tu cabello te dé sustos? Trátalo como se merece, también en tu rutina diaria. Y plantéate que igual estás haciendo mal las cosas. Estos son los cuatro errores más comunes.
Demasiado champú. Los detergentes de su fórmula limpian tanto que arrastran también los lípidos naturales del cabello. Y son ellos los que confieren su brillo al pelo y los que lo protegen de las roturas. Así que no hace falta convertir tu cabeza en una nube de espuma. Recuerda que menos es siempre más.
Adicción a las planchas. Confiésalo, llevas unas planchas mini en el bolso para emergencias. Pues empieza a darles un respiro porque el calor (también el del secador) es el mayor enemigo de la cutícula y el culpable de todos los males de tu melena: sequedad, encrespamiento, falta de brillo… Prueba a dejarlo secar al aire, a protegerlo siempre con un producto específico y a pasarte a aparatos que consiguen similares resultados pero con temperaturas algo más bajas.
Frotado de toalla con el pelo mojado. Ni se te ocurra. Húmedo es cuando el cabello está más indefenso. Por eso tampoco es recomendable desenredarlo al salir de la ducha. Es preferible hacerlo dentro y justo en el momento de aplicación del acondicionador o la mascarilla.
Coleta a todas horas. Si eres de las que no tarda ni dos minutos en atarse el pelo suelto en moño o coleta, ha llegado el momento de que te lo pienses dos veces antes de hacerlo: tirar del cabello de forma constante lo estresa y produce roturas en longitudes medias y debilitamiento del folículo en las raíces. Y si has sucumbido a la fiebre de las trenzas en su versión más barroca, prohibido dormir con ellas puestas.