El parlamento británico «perdonará» a Alan Turing la homosexualidad de Alan Turing
En enero de 1952, entraron a robar en la casa deAlan Turing, el célebre matemático británico considerado como el padre del ordenador y de la inteligencia artificial. El científico, que entonces tenía 40 años, había iniciado una relación amorosa con Arnold Murray, un joven parado de 19 años a quien había conocido en Manchester.Su amante le confesó que el autor del robo era amigo suyo, y Turing decidió denunciarlo a la policía. Cumplir con su deber ciudadano marcaría el principio del fin del genio atormentado que descifró el código secreto de las comunicaciones nazis, llamado Enigma.
Gordn Brown ya pidió disculpas públicas en 2009
La homosexualidad era un delito entonces en Gran Bretaña, y Turing y Murray fueron condenados por «indecencia grave». En 2009, el primer ministro laborista Gordon Brown pidió disculpas públicas por cómo fue tratado el científico en la época. Turing había escrito en 1936 el primer modelo teórico de computadora con inteligencia artificial a base de algoritmos. El año pasado, una petición de más de 20.000 personas, difundida con motivo del centenario de su nacimiento, fue desatendida por el gobierno actual, al tratarse de una conducta considerada como delictiva por las leyes de la época.
En diciembre del año pasado, un grupo de científicos británicos,entre los que figuraba Stephen Hawking, exigió mediante una carta al «Daily Telegraph» de nuevo el «perdón póstumo» para quien definen como «uno de los más brillantes matemáticos de nuestra era», responsable según ellos de acortar los horrores de la Segunda Guerra Mundial al descifrar el código de la máquina Enigma, que empleaban los nazis para encriptar sus comunicaciones.
Debate este viernes en los Lores
«Y, a pesar de ello, sucesivos gobiernos británicos parecen incapaces de perdonar su condena por el entonces delito de ser homosexual, que condujo a su suicidio a los 41 años», denunciaban algunos de los principales científicos británicos. En la unidad encargada de las comunicaciones de la inteligencia británica durante la guerra, en Bletchley Park, Turing fue el responsable de las máquinas que «bombardearon» Enigma hasta replicar sus códigos –lo que permitiría luego conocer las rutas de los letales submarinos alemanes–, y de la computadora Colossus, que rompió los códigos del enemigo.
El reconocimiento de sus colegas le llegó a Turing en vida, y el del gran público en cuanto la ley de secretos oficiales permitió conocer sus actividades para la inteligencia británica durante el conflicto bélico. Ahora, el movimiento por restaurar su reputación «oficial» dará un nuevo paso hoy con el debate en la Cámara de los Lores de la ley del perdón a Turing, impulsada por el barón John Sharkey, del partido liberal.
La cámara alta del parlamento británico discutirá en segunda lectura el proyecto de ley, que deberá luego ser adoptado en comisión y en una tercera lectura en los Lores antes de su aprobación oficial. La ley, que fue introducida en mayo, concede escuetamente «el perdón legal a Alan Mathison Turing por los delitos según la sección 11 de la ley de enmienda al código penal de 1885, por los que fue condenado el 31 de marzo de 1952» [puedes ver aquí la información sobre la tramitación del proyecto].
«Y, a pesar de ello, sucesivos gobiernos británicos parecen incapaces de perdonar su condena por el entonces delito de ser homosexual, que condujo a su suicidio a los 41 años», denunciaban algunos de los principales científicos británicos. En la unidad encargada de las comunicaciones de la inteligencia británica durante la guerra, en Bletchley Park, Turing fue el responsable de las máquinas que «bombardearon» Enigma hasta replicar sus códigos –lo que permitiría luego conocer las rutas de los letales submarinos alemanes–, y de la computadora Colossus, que rompió los códigos del enemigo.
El reconocimiento de sus colegas le llegó a Turing en vida, y el del gran público en cuanto la ley de secretos oficiales permitió conocer sus actividades para la inteligencia británica durante el conflicto bélico. Ahora, el movimiento por restaurar su reputación «oficial» dará un nuevo paso hoy con el debate en la Cámara de los Lores de la ley del perdón a Turing, impulsada por el barón John Sharkey, del partido liberal.
La cámara alta del parlamento británico discutirá en segunda lectura el proyecto de ley, que deberá luego ser adoptado en comisión y en una tercera lectura en los Lores antes de su aprobación oficial. La ley, que fue introducida en mayo, concede escuetamente «el perdón legal a Alan Mathison Turing por los delitos según la sección 11 de la ley de enmienda al código penal de 1885, por los que fue condenado el 31 de marzo de 1952» [puedes ver aquí la información sobre la tramitación del proyecto].
«Por derecho, tendría que ser Turing quien perdona al gobierno»
La iniciativa de los Lores ha reavivado el debate sobre la conveniencia de «perdonar» a alguien por algo que no es delito hoy día. «Por derecho, tendría que ser Turing el que perdona al gobierno, aunque eso es imposible», defendía este jueves Matt Ridley, analista del diario «The Times». En su condena, Turing tuvo que elegir entre la cárcel o la libertad condicionada a recibir inyecciones de estrógeno (hormona femenina) sintético.
Optó por lo segundo. Y dijo premonitoriamente: «Saldré de todo esto como un hombre diferente, aunque todavía no he descubierto quién seré».Un año de tratamiento le dejó impotente y le provocó ginecomastia, o crecimiento de las glándulas mamarias. Además, perdió sus credenciales de seguridad y no pudo seguir trabajando como consultor en el Cuartel General de las Comunicaciones, el GCHQ, la agencia secreta envuelta hoy en el escándalo de las escuchas masivas denunciado por Edward Snowden.
Turing no fue considerado como traidor. Pero la mezcla de secretos y homosexualidad era dinamita en aquella época, tras el descubrimiento unos años antes de las actividades de Guy Burgess y Donald MacLean, los dos primeros miembros del círculo de académicos (casi todos homosexuales) de Cambridge que espiaban para los soviéticos –conocido como los Cinco de Cambridge–. En junio de 1954, con 41 años, Turing se suicidó con una dosis mortal de cianuro.
La iniciativa de los Lores ha reavivado el debate sobre la conveniencia de «perdonar» a alguien por algo que no es delito hoy día. «Por derecho, tendría que ser Turing el que perdona al gobierno, aunque eso es imposible», defendía este jueves Matt Ridley, analista del diario «The Times». En su condena, Turing tuvo que elegir entre la cárcel o la libertad condicionada a recibir inyecciones de estrógeno (hormona femenina) sintético.
Optó por lo segundo. Y dijo premonitoriamente: «Saldré de todo esto como un hombre diferente, aunque todavía no he descubierto quién seré».Un año de tratamiento le dejó impotente y le provocó ginecomastia, o crecimiento de las glándulas mamarias. Además, perdió sus credenciales de seguridad y no pudo seguir trabajando como consultor en el Cuartel General de las Comunicaciones, el GCHQ, la agencia secreta envuelta hoy en el escándalo de las escuchas masivas denunciado por Edward Snowden.
Turing no fue considerado como traidor. Pero la mezcla de secretos y homosexualidad era dinamita en aquella época, tras el descubrimiento unos años antes de las actividades de Guy Burgess y Donald MacLean, los dos primeros miembros del círculo de académicos (casi todos homosexuales) de Cambridge que espiaban para los soviéticos –conocido como los Cinco de Cambridge–. En junio de 1954, con 41 años, Turing se suicidó con una dosis mortal de cianuro.
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