Pese a que las guías clínicas recomiendan analgésicos, ejercicio físico y fisioterapia para aliviar el dolor de espalda; en los últimos años ha aumentado el uso de otros fármacos más potentes (como los opiodes) y de pruebas de imagen (como el escáner o la resonancia magnética), pese a que carecen de utilidad demostrada en el manejo de este problema que afecta al 80% de la población en algún momento de su vida.
Un amplio análisis publicado esta semana en la revista 'JAMA Internal Medicine' por especialistas del Beth Israel Deaconess Medical Center de Boston (EEUU) denuncia un importante abuso de fármacos y técnicas cuya utilidad no se ha demostrado en el manejo de esta patología.
El dolor de espalda es uno de los cinco motivos más frecuentes de visita al médico y cuesta en EEUU unos 86.000 millones de euros aproximadamente cada año, sin contar con los 20.000 millones adicionales por los costes de productividad que ocasiona en aquel país.
Aunque los resultados se refieren a EEUU, sus conclusiones son paralelas a las de otro estudio español publicado en el año 2012 en el que se estimaba en torno a los 75 millones de euros el gasto que asume cada año nuestro país en tratamientos para el dolor cervical, lumbar o de hombros sin evidencia científica.
Aunque las guías estadounidenses recomiendan antiinflamatorios no esteroideos y fisioterapia, en la última década el uso de otros medicamentos más potentes para el dolor como los narcóticos ha aumentado del 19% al 29% (al tiempo que descendía del 37% al 24,5% la administración de antiinflamatorios).
Pero no es sólo en el uso de fármacos el terreno en el que los especialistas desoyen las guías clínicas. Entre 1999 y 2009, el número de TACs y resonancias magnéticas pasó del 7% al 11% (mientras el uso de radiografías se mantuvo estable en torno al 17%); mientras que el número de derivaciones al especialista prácticamente se duplicó (pasando del 6,8% al 14%).
El problema, subaya el equipo dirigido por John Mafi, no es sólo el coste económico que suponen todas estas prácticas sin evidencia científica demostrada; sino las complicaciones que pueden derivarse de un sobrediagnóstico, como un aumento de las adicciones a sustancias opioides o de las cirugías de espalda innecesarias. Además, las radiaciones que emiten pruebas de imagen como el escáner se ha relacionado con un futuro incremento del riesgo de cáncer.
Como destaca en un editorial Donald Casey, el trabajo de Mafi es una importante llamada de atención al incumplimiento de las guías de práctica clínica, los documentos que recogen la evidencia científica más actualizada en cada terreno.
Se calcula que el 95% de los dolores de espalda son inespecíficos; sólo en el 5% de los casos puede existir alguna causa sistémica, como un cáncer, una infección o una hernia discal, que sí requieren remitir al paciente al especialista en busca del origen del problema.
En el resto, las guías europeas (Guía de Práctica Clínica del Programa Europeo COST B13) recomiendan evitar el reposo absoluto, intentar realizar ejercicio físico suave en la medida que el dolor lo permita, analgésicos, antiinflamatorios (y relajantes musculares en menor medida), evitar las pruebas radiológicas innecesarias, aprender buenas medidas de higiene postural (las llamadas 'escuelas de espalda') y cirugía únicamente en casos excepcionales.
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