El pintxo-pote ya lleva tiempo de moda en varios barrios de la ciudad. No es novedad. Pero lo que sí es sorprendente el auge que este reclamo hostelero tiene los jueves en el barrio de Gros, a donde acuden cientos de personas a tomar el pintxo con el vino o el botellín de cerveza, por dos euros, que ofrecen más de una quincena de establecimientos hosteleros.
Y es a Gros donde acudimos a indagar en torno a este fenómeno social. En los primeros bares a los que acudimos todos coincidieron en señalar al bar Ipotx, en la calle San Francisco, como el pionero de este acontecimiento. Este bar lo regenta Juan Aizpuru junto a su mujer, que fue quien contó como empezó el asunto. «En primavera de 2011, la bodega de vino Solagüen, regaló unas cuantas cajas de vino para hacer promoción. Yo aproveché esta circunstancia y a los que pedían este vino les daba una tapa y les cobraba dos euros por todo. La gente se enteró y comenzó a venir al bar a probar esta novedosa oferta. Y así funcionó hasta que se acabó en mayo la promoción de vino», explica Juan Aizpuru.
El tabernero y su mujer empezaron a dar vueltas al tema y se les ocurrió en septiembre de 2011 ofrecer un pintxo con bebida libre al precio de dos euros. «Lo probamos y la cosa empezó a funcionar muy bien», recalca Aizpuru. Se fijaron en lo que hacía el bar Ipotx otros establecimientos del barrio como el Bsiete y el Mendi, que iniciaron en enero de 2012 lo que había emprendido Juan Aizpuru en solitario y tras ellos fueron sumándose más y más bares al pintxo pote de los jueves en Gros.
En torno a esta iniciativa, Juan Aizpuru explica que el jueves ofrece como pintxo estrella las bolas de carne y las croquetas, además de pintxos de jamón, txistorra, bonito, txaka y vegetales. «Pero el éxito son las bolas y las croquetas. Preparamos unas 500 y en hora y media desaparecen».
1.000 pintxos un jueves
Este hostelero estima que con este sistema vende los jueves de 19 a 22 horas unos 850 pintxos, habiendo llegado a los 1.000. «Resulta rentable. Calculo que de los dos euros que se cobran ganas la mitad, pero eso sí, se trabaja mucho más y es una paliza la que te pegas los jueves en esas más de tres horas continuas de gente consumiendo. Es una locura», recalca Aizpuru.
Jesús Pablos regenta desde hace un año el bar Mil Catas, en la calle Zabaleta. Explica que esta calle se había convertido en la "milla de oro", por lo altos precios que se cobraba en los bares. Al llegar la crisis la clientela desapareció llegando a cerrar algunos bares de la calle. Juan Pablos tomó las riendas del bar hace un año y se sumó al experimento del pintxo pote, consiguiendo poco a poco ir incrementando la clientela.
«Con este sistema se ha creado los jueves un muy buen ambiente en el barrio. Nos hemos acogido muchos a esta modalidad para darle vida a la calle, porque se había perdido la clientela. Y poco a poco se ha creado una gran zona», indica Juan Pablos que cuenta que la gente que acude los jueves no son clientes habituales. «A la mayoría no les conozco. Es gente que viene exclusivamente al pintxo pote y están en el barrio desde las 8 hasta las once de la noche».
En el bar Mil Catas comenzaron ofreciendo pintxos de tortilla, bocadillitos de jamón y bolas de carne, de morcilla? pero con el paso de los meses ha variado la oferta. Se enteraron de que había un bar en Vitoria que ofrecía huevos fritos con patatas y jamón. «Estuvimos haciendo cuentas y comprobamos que nos salía más económico que dar los otros pintxos, y desde hace ya tiempo ofertamos solo el plato del huevo frito, con jamón y patatas, que se hace al momento».
Reconoce Juan Pablos que es rentable y tiene beneficios los jueves. Con esta oferta saca de ganancia 1,20 euros en cada pintxo pote que sirve. Aproximadamente los jueves suele servir entre 300 y 500 pintxo potes, en función del tiempo meteorológico.
Los distintos hosteleros consultados reconoces que los jueves por la tarde se ha convertido Gros en una fiesta, «a la que las jóvenes se arreglan y vienen preparadas como si fuera un domingo».
En la calle Berminghan está el bar Bsiete, que los jueves rebosa de público hasta el punto de que sirven más de 1.000 pintxo potes, según asegura su propietario David Colina. Este bar ha cogido mucha fama por la gran variedad de pintxos que ofrece. «Hasta 20 variedades de pintxos se ofertan», dice David. Oferta tres variedades de tortillas, tres tipos de bolas, gambas a la gabardina, pato confitado, bocatitas, croquetas, curasán relleno de jamón, etcétera, y todo al precio de dos euros con la bebida.
Visitas guiadas
Paula, camarera, del Bsiete, aseguraba que los jueves hasta vemos que entran en el bar visitas guiadas de turistas extranjeros que los llevan de bar en bar para aprovechar el pintxo pote. En este local dejaron claro que el pintxo que se ofrece el jueves es de la misma calidad y tamaño que se expone en la barra cualquier otro día de la semana.
Los bares que han apostado por este sistema del pintxo pote se esmeran en presentar pintxos muy variados. El bar Mendi, en la calle San Francisco, entre otras delicias, ofrece un platillo de risotto; o el bar Diz, en la calle Zabaleta, la barra está repletas de trozos de pizza, foie, bolas de marisco, paella?
El bar Labrit despuntaba con un canutillo de pasta brick con langostino y crema de verduras.
Un poco más alejado del este cogollo de bares entorno a la plaza de Cataluña, el bar El txoko de Ramiro, en la calle Txofre, también se ofrece el pintxo pote. «O te sumas o te quedas atrás», manifestó Ramiro Muñoz que regenta este bar donde no se producen las aglomeraciones de gente como en los bares de las calles Zabaleta y San Francisco, y además puedes tomar la consumición sentado en terraza. En este local lo más demandado los jueves es el pintxo "Miura", algo exclusivo que lleva virutas de jamón con un revuelto de pimientos de piquillos.
En uno y otro lugar reconocen que el 90% de la clientela de los jueves es gente joven, y hasta se visten más elegantes que otros días. «Ni en Semana Grande hay tanta gente en los bares», indicaba un tabernero.
Un cliente joven de uno de estos bares aseguraba que los jueves la gente se va a casa cenada con cinco buenos pintxos y tras tomar cinco vinos, o cinco botellines de cerveza o cinco mostos, y por diez euros.
«A ver en dónde cenas por este dinero y con este ambiente, donde hasta alguien ya lo está llamando pintxo-ligue», indicaba el mencionado cliente que consideraba que es una nueva manera de convivir.
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