Dar con las cremas y cosméticos perfectos requiere paciencia y una búsqueda minuciosa. Pero es más sencilla si las firmas te lo ponen fácil y te dejan testarlos antes.
1. Un tamaño con el que sentirte cómoda
Para empezar a conoceros mejor, tu crema y tú necesitáis un periodo de noviazgo. Y eso no te lo da la muestra minúscula que te dan por cortesía en tu perfumería. Los tamaños de 10 y 15 mililitros permiten un uso de más de una semana. Quizá no lo suficiente para ver los resultados de una antiedad, pero sí para saber si nos sentimos cómodas con el producto y si nuestro rostro demuestra signos de hidratación y luminosidad.
2. Una selección de favoritos a tu medida
Las cajas mensuales con varios productos en minitalla son un “boom”. Y la emoción de recibir en casa un paquete sorpresa lleno de caprichos “beauty” es una de las razones, lo confesamos. Pero su mayor acierto ha demostrado ser que el tamaño de los productos nos permite probarlos sin comprometerse con un desembolso económico grande. Otro punto fuerte es la selección de firmas. Las más interesantes son las que mezclan productos de lujo y “mass market”.
3. Tenemos derecho a la textura ideal
Pero hay que encontrarla. Ligera o emoliente; gel o leche; aceite o sérum... Las variantes se multiplican. ¿Las pistas para descubrir la más adecuada para ti? Es esa con la que tu piel y tú os sentís de maravilla. Tienes que tener en cuenta las peticiones de tu rostro pero, sobre todo, debe resultarte agradable al aplicártela. Si el momento de cuidar de tu piel se te hace cuesta arriba, acabarás esquivándolo. Que una crema no se absorba es razón suficiente para cambiar de producto.
4. Tu piel es única
Y eso significa que, aunque a tu amiga le vaya fenomenal un cosmético, eso no te asegura que a ti te funcione igual de bien. Hay varias razones. La tipología de la piel es una de ellas. Aunque ya hay nuevas corrientes dermatológicas que no quieren hablar de piel seca, grasa o mixta, esas tres realidades están ahí y son esenciales a la hora de elegir un tratamiento. A ellas se suman los problemas concretos (deshidratación, poros dilatados...), así como sensibilidades y reacciones alérgicas, a flor de piel últimamente.
5. El colorido que te va
No es lo mismo ver una barra de labios en el expositor que ante el espejo. El pH de la piel transforma ligeramente las gamas. Pero, además, la propia tonalidad de tu piel, la de tu cabello y el color de tus ojos influyen en el resultado. Lo mismo se aplica al tono de maquillaje. El reverso de la mano es el lugar estándar donde probarlo, pero ya sabes que en la cara el efecto no es ni parecido. Por eso, cuando una mujer encuentra por fin un tono de labios y uno de fondo que le convencen les jura fidelidad durante años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario