Cuando Henry Buckley cruzó los Pirineos en 1939 con los restos de las derrotadas fuerzas republicana , llevaba informando 10 años desde España, había sido testigo de las grandes batallas de la Guerra Civil y se había ganado la reputación de ser el corresponsal extranjero mejor informado de los que cubrieron el conflicto.
Al año siguiente ya había escrito su experiencia de los turbulentos años que condujeron a la guerra, "Vida y muerte de la República española", enmarcando el conflicto dentro de una lucha más amplia contra el fascismo que, según predijo, envolvería a Europa. Pero una bomba alemana cayó sobre el almacén de Londres donde guardaba las copias, destruyendo casi todas. Permanecieron como piezas de coleccionista hasta este mes, cuando finalmente se ha publicado una nueva edición.
"Hay miles de libros sobre la Guerra Civil española y yo lo pondría entre los cinco mejores.
Es un libro maravilloso", dijo el historiador Paul Preston, profesor de estudios hispánicos en la London School of Economics.
"Es la culminación de una larga lucha para sacarlo a la luz".
El libro está impregnado de la simpatía de Buckley hacia los españoles pobres, que se ganaban a duras penas la vida sufriendo condiciones feudales en un país dominado por el Ejército, los terratenientes y la Iglesia católica.
Buckley estaba indignado con la negativa de Reino Unido de respaldar al Gobierno electo republicano y con el mantenimiento de un embargo de armas en su contra, mientras Hitler y Mussolini apoyaban con fuerzas terrestres, aéreas y navales a los nacionalistas rebeldes del general Franco.
Era un gran amigo de Ernest Hemingway y el fotógrafo Robert Capa; cada vez que llegaba a España, Hemingway le buscaba para que le hiciera un buen resumen de la situación.
Más importante es, según Preston, que Buckley conocía a todos los políticos españoles importantes y a muchos militares del momento. El libro está repleto de hábiles retratos. Le atraía particularmente la agitadora comunista "La Pasionaria", Dolores Ibarruri, describiendo una entrevista con ella como "tan intensa como un mitin político".
El periodista nacido en Manchester llegó a España en 1929. Poco después se produjo la caída de la monarquía y se estableció la Segunda República, de orientación izquierdista, con el objetivo de aprobar profundas reformas.
"Tenía un conocimiento profundo del país", declaró Preston a Reuters. "Leyendo su libro te haces una idea real de la España de los años 30".
"Había estado en España mucho tiempo. Conocía a la gente que era importante en la derecha y en la izquierda. Muestra a personas reales en situaciones reales porque las conocía".
Buckley, que escribió sobre todo para el Daily Telegraph, era un católico devoto y estaba profundamente afligido por la alianza de la Iglesia con la elite conservadora".
"Toda mi simpatía estaba con las masas de gente. Estaba impactado y horrorizado por la pobreza de los campesinos. La brutalidad de la policía y los guardias civiles. No podría reconciliarme con esta religión", escribe.
Informó de los acontecimientos políticos previos al golpe militar de Franco, para después cubrir la mayoría de las batallas, trasladándose al frente en coches, autobuses y trenes. Su cobertura del asedio de Madrid, con bombas cayendo sobre civiles, tocará la fibra sensible de cualquiera que lea noticias actuales sobre Siria.
"Vi las bombas de aluminio brillar con el reflejo del sol mientras caían. Es una sensación horrible verlas descender. Cada bomba parecía dirigirse justo hacia ti aunque en realidad cayese a 500 yardas (457 metros)".
Estuvo en el Jarama, donde la presencia de las Brigadas Internacionales le impresionaron tanto que pensó en unirse a ellas. Presenció la batalla de Teruel, donde un proyectil acabó con la vida del corresponsal de Reuters Dick Sheepshanks.
También informó de las luchas intestinas dentro de la izquierda en Barcelona, uno de los temas tratados por George Orwell en su obra "Homenaje a Cataluña".
En la batalla del Ebro de 1938, navegó por el río junto a Hemingway y Capa. El escritor estadounidense le describió como "un león valiente, aunque una criatura delgada y hasta frágil".
Pero no hay soberbia en el libro de Buckley. Escribe continuas bromas despreciándose a sí mismo y reconociendo su miedo.
Detalla la abominable pérdida de vidas civiles, desde los fusilamientos y ejecuciones en masa de ambos bandos a la artillería y los bombardeos aéreos de las ciudades llevados a cabo por las fuerzas de Franco.
ESCENA INICIAL DE UNA TRAGEDIA
Buckley también es firme en su creencia de que el apoyo alemán e italiano a Franco fue el factor diferencial entre la victoria y la derrota. Opina que el Gobierno británico, más preocupado por las simpatías del 'establishment' hacia las clases altas y el miedo al comunismo, permaneció ciego ante la creciente amenaza estratégica del fascismo.
"No me preocuparía si esto que cuento fuese solo la historia de España, pero en esta tragedia española está implicado el colapso de toda la democracia occidental y, me temo, marca la escena inicial de una tragedia mayor en la que se verá implicado nuestro Imperio británico".
Buckley dedica sus angustiosas palabras finales a las columnas de refugiados a través de los Pirineos y los horribles campos de concentración donde fueron hacinados una vez en Francia.
Tras la victoria de Franco, fue a Berlín y después a Lisboa. Empezó a trabajar para Reuters y cubrió la Segunda Guerra Mundial, desembarcando con las tropas aliadas en la batalla de Anzio.
Volvió a España como jefe de redacción de Reuters y se quedó durante muchos años antes de retirarse en 1966 a vivir en Sitges junto a su esposa española María, a la que había conocido en Cataluña durante la Guerra Civil. Murió allí en 1972, tres años antes de la muerte de Franco y la restauración de la democracia.
Al año siguiente ya había escrito su experiencia de los turbulentos años que condujeron a la guerra, "Vida y muerte de la República española", enmarcando el conflicto dentro de una lucha más amplia contra el fascismo que, según predijo, envolvería a Europa. Pero una bomba alemana cayó sobre el almacén de Londres donde guardaba las copias, destruyendo casi todas. Permanecieron como piezas de coleccionista hasta este mes, cuando finalmente se ha publicado una nueva edición.
"Hay miles de libros sobre la Guerra Civil española y yo lo pondría entre los cinco mejores.
Es un libro maravilloso", dijo el historiador Paul Preston, profesor de estudios hispánicos en la London School of Economics.
"Es la culminación de una larga lucha para sacarlo a la luz".
El libro está impregnado de la simpatía de Buckley hacia los españoles pobres, que se ganaban a duras penas la vida sufriendo condiciones feudales en un país dominado por el Ejército, los terratenientes y la Iglesia católica.
Buckley estaba indignado con la negativa de Reino Unido de respaldar al Gobierno electo republicano y con el mantenimiento de un embargo de armas en su contra, mientras Hitler y Mussolini apoyaban con fuerzas terrestres, aéreas y navales a los nacionalistas rebeldes del general Franco.
Era un gran amigo de Ernest Hemingway y el fotógrafo Robert Capa; cada vez que llegaba a España, Hemingway le buscaba para que le hiciera un buen resumen de la situación.
Más importante es, según Preston, que Buckley conocía a todos los políticos españoles importantes y a muchos militares del momento. El libro está repleto de hábiles retratos. Le atraía particularmente la agitadora comunista "La Pasionaria", Dolores Ibarruri, describiendo una entrevista con ella como "tan intensa como un mitin político".
El periodista nacido en Manchester llegó a España en 1929. Poco después se produjo la caída de la monarquía y se estableció la Segunda República, de orientación izquierdista, con el objetivo de aprobar profundas reformas.
"Tenía un conocimiento profundo del país", declaró Preston a Reuters. "Leyendo su libro te haces una idea real de la España de los años 30".
"Había estado en España mucho tiempo. Conocía a la gente que era importante en la derecha y en la izquierda. Muestra a personas reales en situaciones reales porque las conocía".
Buckley, que escribió sobre todo para el Daily Telegraph, era un católico devoto y estaba profundamente afligido por la alianza de la Iglesia con la elite conservadora".
"Toda mi simpatía estaba con las masas de gente. Estaba impactado y horrorizado por la pobreza de los campesinos. La brutalidad de la policía y los guardias civiles. No podría reconciliarme con esta religión", escribe.
Informó de los acontecimientos políticos previos al golpe militar de Franco, para después cubrir la mayoría de las batallas, trasladándose al frente en coches, autobuses y trenes. Su cobertura del asedio de Madrid, con bombas cayendo sobre civiles, tocará la fibra sensible de cualquiera que lea noticias actuales sobre Siria.
"Vi las bombas de aluminio brillar con el reflejo del sol mientras caían. Es una sensación horrible verlas descender. Cada bomba parecía dirigirse justo hacia ti aunque en realidad cayese a 500 yardas (457 metros)".
Estuvo en el Jarama, donde la presencia de las Brigadas Internacionales le impresionaron tanto que pensó en unirse a ellas. Presenció la batalla de Teruel, donde un proyectil acabó con la vida del corresponsal de Reuters Dick Sheepshanks.
También informó de las luchas intestinas dentro de la izquierda en Barcelona, uno de los temas tratados por George Orwell en su obra "Homenaje a Cataluña".
En la batalla del Ebro de 1938, navegó por el río junto a Hemingway y Capa. El escritor estadounidense le describió como "un león valiente, aunque una criatura delgada y hasta frágil".
Pero no hay soberbia en el libro de Buckley. Escribe continuas bromas despreciándose a sí mismo y reconociendo su miedo.
Detalla la abominable pérdida de vidas civiles, desde los fusilamientos y ejecuciones en masa de ambos bandos a la artillería y los bombardeos aéreos de las ciudades llevados a cabo por las fuerzas de Franco.
ESCENA INICIAL DE UNA TRAGEDIA
Buckley también es firme en su creencia de que el apoyo alemán e italiano a Franco fue el factor diferencial entre la victoria y la derrota. Opina que el Gobierno británico, más preocupado por las simpatías del 'establishment' hacia las clases altas y el miedo al comunismo, permaneció ciego ante la creciente amenaza estratégica del fascismo.
"No me preocuparía si esto que cuento fuese solo la historia de España, pero en esta tragedia española está implicado el colapso de toda la democracia occidental y, me temo, marca la escena inicial de una tragedia mayor en la que se verá implicado nuestro Imperio británico".
Buckley dedica sus angustiosas palabras finales a las columnas de refugiados a través de los Pirineos y los horribles campos de concentración donde fueron hacinados una vez en Francia.
Tras la victoria de Franco, fue a Berlín y después a Lisboa. Empezó a trabajar para Reuters y cubrió la Segunda Guerra Mundial, desembarcando con las tropas aliadas en la batalla de Anzio.
Volvió a España como jefe de redacción de Reuters y se quedó durante muchos años antes de retirarse en 1966 a vivir en Sitges junto a su esposa española María, a la que había conocido en Cataluña durante la Guerra Civil. Murió allí en 1972, tres años antes de la muerte de Franco y la restauración de la democracia.
"Vida y muerte de la República española" reaparece en un momento en el que el interés sobre la guerra parece estar aumentando. Son muchas las obras que se han publicado recientemente, incluyendo "El holocausto español", de Preston, y "Homenaje a Caledonia", de Daniel Gray, la historia de 550 escoceses que lucharon con las Brigadas Internacionales.
"Fue la última guerra romántica", dijo Preston. "Entre aquellos que participaron hay personas que se convirtieron en símbolos - Orwell, Hemingway, Auden, Spender, Gellhorn. Implicó al fascismo, al comunismo, al anarquismo, a Hitler, a Stalin. Una abundancia maravillosa.
"Mucho fue lo escrito por corresponsales durante la guerra. Pero este es el libro que explica mejor lo que ocurrió".
"Fue la última guerra romántica", dijo Preston. "Entre aquellos que participaron hay personas que se convirtieron en símbolos - Orwell, Hemingway, Auden, Spender, Gellhorn. Implicó al fascismo, al comunismo, al anarquismo, a Hitler, a Stalin. Una abundancia maravillosa.
"Mucho fue lo escrito por corresponsales durante la guerra. Pero este es el libro que explica mejor lo que ocurrió".
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