El príncipe; y no es de extrañar,ya que Fernando destacó en todos los campos imaginables: desde el diplomático hasta el militar, pasando, cómo no, por el personal...
¿Montaban tanto Isabel como Fernando?
El reinado de los Reyes Católicos marca un punto de inflexión en la historia española y europea. Fernando II de Aragón y V de Castilla– fue el promotor del nacimiento de un nuevo estado soberano que cambiaría la faz del mundo Su figura fue decisiva para que Isabel ganara la guerra civil castellana, que le aseguró el trono y permitió a Castilla reorganizarse políticamente y convertirse en un estado moderno. Pero, además, como monarca de Aragón supo imprimir a la corte un carácter cosmopolita, que contribuiría a afianzar el incipiente estado federal que perduraría con los Austrias y sería la marca de identidad de España durante mucho tiempo.
Sin embargo, y como apunta el historiador Ricardo García Cárcel, Fernando el Católico no ha sido bien valorado desde el ámbito castellano “en tanto en cuanto se le considera como representante de la Corona de Aragón, ajeno al esencialismo español-castellano. Pero también ha recibido la penalización desde el ámbito catalán, en tanto en cuanto no dejaba de ser un Trastámara, dinastía castellana responsable de la decadencia económica catalana del siglo XV”.
¿Quién fue Fernando II de Aragón?
Fernando era hijo de Juan II, rey de Navarra y posteriormente de Aragón a la muerte de su hermano Alfonso V el Magnánimo y de su segunda esposa Juana Enríquez.
Pertenecía a la dinastía de los Trastámara, una familia que, por carambolas de la Historia, ocupaba los tronos de tres de los principales reinos de España: Aragón (en la figura de Alfonso V, tío de Fernando), Navarra (en la de su padre) y Castilla (cuya corona recaía sobre su otro tío Juan II).
Cuando iba a nacer Fernando, sus padres se encontraban en Navarra, pero, por deseo expreso de la madre, se trasladaron a la frontera con Aragón para que el futuro rey naciera allí. Así fue como el 10 de marzo de 1452 vio la luz Fernando en Sos, en la actual provincia de Zaragoza. Debido a las responsabilidades políticas de su padre, que había aceptado el ofrecimiento del rey de Aragón para convertirse en virrey de Cataluña, la familia se trasladó a Barcelona dos años después, y fue en esta ciudad donde el futuro rey pasó su infancia.
La diferencia de edad de sus padres era abismal, nada menos que veintisiete años le llevaba el padre a la madre. Cuando Fernando contaba con seis años, su padre ascendió al trono de Aragón, por lo que aquel se convirtió en heredero; aunque, de hecho, no fue reconocido como tal hasta tres años después, tras la muerte de su hermanastro Carlos de Viana (hijo de Juan II y su primera esposa Blanca de Navarra),en una fastuosa ceremonia que tuvo lugar en Calatayud.
Pertenecía a la dinastía de los Trastámara, una familia que, por carambolas de la Historia, ocupaba los tronos de tres de los principales reinos de España: Aragón (en la figura de Alfonso V, tío de Fernando), Navarra (en la de su padre) y Castilla (cuya corona recaía sobre su otro tío Juan II).
Cuando iba a nacer Fernando, sus padres se encontraban en Navarra, pero, por deseo expreso de la madre, se trasladaron a la frontera con Aragón para que el futuro rey naciera allí. Así fue como el 10 de marzo de 1452 vio la luz Fernando en Sos, en la actual provincia de Zaragoza. Debido a las responsabilidades políticas de su padre, que había aceptado el ofrecimiento del rey de Aragón para convertirse en virrey de Cataluña, la familia se trasladó a Barcelona dos años después, y fue en esta ciudad donde el futuro rey pasó su infancia.
La diferencia de edad de sus padres era abismal, nada menos que veintisiete años le llevaba el padre a la madre. Cuando Fernando contaba con seis años, su padre ascendió al trono de Aragón, por lo que aquel se convirtió en heredero; aunque, de hecho, no fue reconocido como tal hasta tres años después, tras la muerte de su hermanastro Carlos de Viana (hijo de Juan II y su primera esposa Blanca de Navarra),en una fastuosa ceremonia que tuvo lugar en Calatayud.
Allí se convocaron las cortes en las que fue proclamado heredero con el título de príncipe de Gerona (equivalente al de príncipe de Viana, que debería llevar el heredero al trono de Navarra, o al más conocido de príncipe de Asturias, heredero al trono de Castilla y posteriormente de España).
Durante su adolescencia, el joven Fernando se involucró de lleno en la política de su padre. Como escribió Vicens Vives, “contrariamente a lo practicado entre los Trastámaras castellanos, quienes confiaban la educación de los hijos a personas alejadas de la Corte, aunque fueran miembros de la familia real, Juan II aceptó la costumbre aragonesa de criarlos en el mismo seno de esta última”.
En 1462 estalló una cruenta guerra civil en Cataluña y el heredero tomó parte activa en la contienda como lugarteniente general, ya que era el hijo del virrey de Cataluña.
Sus brillantes gestiones diplomáticas durante la guerra contribuyeron a pacificar la Cataluña tardomedieval y su padre, en agradecimiento, renunció al reino de Sicilia para cedérselo en 1468, lo que hizo que este territorio fuera el primero en el que Fernando mostró sus dotes como estadista.
En febrero de 1468 su madre falleció en Tarragona con poco más de cuarenta años, posiblemente de cáncer de mama. No pudo ver cumplido uno de sus sueños: a saber, que su hijo contrajera matrimonio con Isabel de Castilla. Fernando siguió al pie del cañón la guerra de Cataluña y fue el garante de las capitulaciones de Pedralbes, con las que terminó oficialmente el conflicto en 1472. De esta forma, y con tan solo veinte años, Fernando contaba en su “currículum” con su primer éxito incontestable, al que habrían de seguir otros muchos.
Fernando era un muchacho bien parecido y, lo que es más importante, muy bien emparentado con los monarcas de los reinos hispánicos. Juan II se planteó entonces su matrimonio, con el fin de procurarse un provecho adicional a sus posesiones y cumplir así los deseos de su difunta esposa.
Tenía dieciséis años cuando comenzaron las conversaciones que resolverían su casamiento.
La corona de Castilla parecía ser la más indicada para la proyectada unión, ya que en 1468 el heredero Alfonso había fallecido, lo que planteaba un serio problema sucesorio, que fue despachado mediante la Concordia de los Toros de Guisando, cuando Enrique IV, rey de Castilla, reconoció como heredera a su hermanastra Isabel.
Así, Fernando se prometió en primera instancia con la hija de Juan Pacheco, hombre de confianza del rey Enrique IV. Pero, aunque este era el enlace preferido del rey de Castilla, que a su vez quería casar a su hermanastra Isabel con el rey de Portugal, aferrándose a que, según el pacto de Toros de Guisando, él podía elegir el cónyuge de su hermanastra, Fernando y su padre aspiraban a más. Isabel, la heredera al trono, tenía una edad en consonancia con la de Fernando (era solo once meses mayor).
Durante su adolescencia, el joven Fernando se involucró de lleno en la política de su padre. Como escribió Vicens Vives, “contrariamente a lo practicado entre los Trastámaras castellanos, quienes confiaban la educación de los hijos a personas alejadas de la Corte, aunque fueran miembros de la familia real, Juan II aceptó la costumbre aragonesa de criarlos en el mismo seno de esta última”.
En 1462 estalló una cruenta guerra civil en Cataluña y el heredero tomó parte activa en la contienda como lugarteniente general, ya que era el hijo del virrey de Cataluña.
Sus brillantes gestiones diplomáticas durante la guerra contribuyeron a pacificar la Cataluña tardomedieval y su padre, en agradecimiento, renunció al reino de Sicilia para cedérselo en 1468, lo que hizo que este territorio fuera el primero en el que Fernando mostró sus dotes como estadista.
En febrero de 1468 su madre falleció en Tarragona con poco más de cuarenta años, posiblemente de cáncer de mama. No pudo ver cumplido uno de sus sueños: a saber, que su hijo contrajera matrimonio con Isabel de Castilla. Fernando siguió al pie del cañón la guerra de Cataluña y fue el garante de las capitulaciones de Pedralbes, con las que terminó oficialmente el conflicto en 1472. De esta forma, y con tan solo veinte años, Fernando contaba en su “currículum” con su primer éxito incontestable, al que habrían de seguir otros muchos.
Fernando era un muchacho bien parecido y, lo que es más importante, muy bien emparentado con los monarcas de los reinos hispánicos. Juan II se planteó entonces su matrimonio, con el fin de procurarse un provecho adicional a sus posesiones y cumplir así los deseos de su difunta esposa.
Tenía dieciséis años cuando comenzaron las conversaciones que resolverían su casamiento.
La corona de Castilla parecía ser la más indicada para la proyectada unión, ya que en 1468 el heredero Alfonso había fallecido, lo que planteaba un serio problema sucesorio, que fue despachado mediante la Concordia de los Toros de Guisando, cuando Enrique IV, rey de Castilla, reconoció como heredera a su hermanastra Isabel.
Así, Fernando se prometió en primera instancia con la hija de Juan Pacheco, hombre de confianza del rey Enrique IV. Pero, aunque este era el enlace preferido del rey de Castilla, que a su vez quería casar a su hermanastra Isabel con el rey de Portugal, aferrándose a que, según el pacto de Toros de Guisando, él podía elegir el cónyuge de su hermanastra, Fernando y su padre aspiraban a más. Isabel, la heredera al trono, tenía una edad en consonancia con la de Fernando (era solo once meses mayor).
Comenzaron pues las conversaciones conducentes al matrimonio y, en marzo de 1469, se firmaron en Cervera las capitulaciones.
Los siguientes meses fueron dignos de una película romántica. Los novios no podían esperar a estar juntos y, así, Isabel escapó de la férrea vigilancia de Juan Pacheco en Ocaña para reunirse con su amado, mientras que Fernando, por su parte, atravesó el reino de Castilla disfrazado de mozo de mulas.
Los siguientes meses fueron dignos de una película romántica. Los novios no podían esperar a estar juntos y, así, Isabel escapó de la férrea vigilancia de Juan Pacheco en Ocaña para reunirse con su amado, mientras que Fernando, por su parte, atravesó el reino de Castilla disfrazado de mozo de mulas.
Se cuenta que, durante el rocambolesco viaje a su paso por el castillo de Burgo de Osma, los centinelas recibieron a Fernando como un intruso y a pedradas... Finalmente, el 19 de octubre la heredera al trono de Castilla, Isabel, y el heredero al trono de Aragón y rey de Sicilia, Fernando, contrajeron matrimonio en Valladolid, por lo que el camino a una eventual unión de ambas Coronas quedaba expedito.
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